Hace poco me toco vivir uno de los días de playa más espectaculares de mi vida. Piedras blancas, aguas cristalinas, cielo azul despejado, ambiente italiano, peces de colores, en resumen, fue como estar viviendo un sueño del que no quería despertar.

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¡Este paraíso existe! Se encuentra en un rincón poco conocido de Italia, una isla con forma de ballena llamada Elba.
Es la versión acuática de la famosa y bella toscana.

¡Te invito a conocerla conmigo!

De viaje hasta Elba:

Solo tener las sensaciones de viajar en tren a lo largo de Italia, ver pasar las praderas por la ventana, es un delirio.

Pasamos del tren al Ferry gigante que partía hacia las islas.

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Y yo no paraba de pensar ¿Es esto real? ¿Me estoy subiendo a un ferry en Italia por primera vez rumbo a una isla?

Desde que habíamos partido de Roma a las 6 am, la sensación no había sido otra que la de aventura. Guiados por las ganas de explorar esa mágica isla rodeada de playas perfectas, pequeños pueblos tanos y gigante naturaleza, hasta la cima del Capanne, el punto más alto de la isla.

El ferry avanzó durante una hora por esas aguas azules, brillantes, que me mantuvieron hipnotizado todo el trayecto. No pude despegarme mucho de la terraza de arriba. Volaban los pájaros, pasaban otros barcos, y las hermosas islas cada vez más cerca.

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Llegamos a Portoferraio:

La capital de la isla es la puerta de entrada más común. Un lugar con sobrada historia, sobre todo gracias a que fue el lugar donde se exilió Napoleón.

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El puerto tiene forma de herradura y a su alrededor, pegadas al agua, se ven un montón de casonas antiguas de diferentes colores que forman parte de la vieja ciudad amurallada.
La vista de la ciudad desde el barco es extremadamente hermosa. ¡Así empezamos!

“Playa lo más rápido posible”

Así dijeron todos. Entonces empezamos a patear directo hacia una de las tantas playas que hay para elegir. Una que elegimos por fotos de internet: Capo di Bianco.

Durante esa caminata no vimos otros extranjeros que nosotros mismos. El pensamiento era algo como ¿Por qué tan poca gente en este lugar tan bonito? ¿Acaso es todo para nosotros? Eso queríamos creer.

Nos sumergimos en calles desconocidas con casonas familiares a los costados que tenían vista al mar y jardines soleados.

Subimos y bajamos un monte, caminamos bastante, todo el tiempo con la esperanza latente de llegar a esa playa que sería como una ilusión óptica.

¡Ahí estaba! El lugar más precioso pegado al mar que había visto.

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Un detalle de las playa de Elba es que en la mayoría, para llegar, uno viene en descenso porque hay bastante monte. Entonces primero se ve una panorámica espectacular de esa playa y luego se va acercando, paso a paso.

Una vez en la arena, eramos un conjunto de latinos caminando en fila india entre decenas de tanos, en busca de un lugar para pasar la tarde.
Aprentemente éramos los únicos extranjeros en toda la playa. Y nuestra vestimenta así lo marcaba. Ellos en trajes cortidos y brillosos, tipo zunga brasilera, y nosotros de short J Hasta nos miraban extraño, como diciendo “nos descubrieron los turistas” J

Hay un food truck en el punto más alto de la playa donde te podés tomar una “birra” italiana bien fría. Es como un chiringo new age con todo el estilo italiano, y hasta pasan música tana.

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¡No lo perdonamos! Fue ahí donde caímos en el lugar que estábamos, nos invadió una felicidad inmensa y nos quedamos mirando todo el paisaje, tranquilos y encantados.

San Piero:

Tomamos un bus local hata San Piero. Un pequeño pueblo de tan solo 500 habitantes en donde elegimos pasar la noche.

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San Piero parece un lugar encantado. Un típico vecindario Italiano entre medio de las montañas. Es tan pequeño que uno lo puede conocer enteramente en media hora.

Enseguida salimos a perdernos por sus callejones de piedra y sus plazas con niños jugando. Se olfateaba Italia en su  versión más auténtica por todos lados.

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Tuvimos la suerte de que estaban organizando un evento entre los vecinos con música.
En los alrededores hay restaurantes con vinos toscanos, pizzas y pastas italianas, comida de mar. Como les decía antes, un lugar encantado y muy acogedor.

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Todos  nos queríamos quedar ahí al menos una semana más, el lugar era único y nos trataron tan bien que no queríamos partir.

Trekking:

Al día siguiente partimos caminando desde San Piero en dirección a Cavoli, otra de las tantas playas hermosas que tiene la isla.

Desde allá arriba caminábamos con vistas de todo el Mediterráneo. Y algún que cartel mal señalizado que hizo que nos perdiéramos un par de veces.

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Allá se respira aire puro y tranquilidad. Es un lugar perfecto para desconectarse de absolutamente todo y disfrutar de lugares con belleza sublime.

Llegamos a Cavoli y nos encontramos con otro paraíso y con un estilo diferente al del día anterior. Esta playa tenía el plus de tener grutas desde donde saltar al agua, y una vez en el agua, uno se puede sumergir y entrar a unas cuevas.

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Lo mejor de Elba:

Isla de Elba es uno de esos lugares que quedan por fuera de la mira turística. Y eso no nos frenó en lo más mínimo a la hora de decidirnos a ir.
Hemos comprobado repetidas veces que los lugares más concurridos y conocidos no siempre son los mejores para experimentar.

Por algún motivo a los turistas les gusta sentirse como lenteja enlatada en los lugares emblemáticos, en lugar de explorar más allá, sentirse único, descubrir un lugar nuevo y sentirlo tuyo. A veces la curiosidad es muy bien premiada, y ese fué el caso de Elba. Lugar que recordamos con una sonrisa en el corazón.

Isla de Elba es uno de los destinos de nuestro viaje “Europa Alternativa” (Croacia, Italia, Eslovenia y Hungría en 19 días. Si te interesa ver el itinerario podés contactarnos por mail a viajes@serenablues.com o a través de nuestras redes.

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