¿Por qué visitar Medellín?

Mucho se habla de Medellín, sobre su historia, su gente, su cultura, pero hay que estar ahí al menos una vez en la vida.
Una ciudad que deja completamente enamorado a cualquiera. Si tuviese que decir qué fue lo que más me sorprendió de ella, la verdad que es difícil ver por dónde empezar.

La conocí en febrero 2015 y fue el comienzo de mi viaje por Colombia. Es “la ciudad de la eterna primavera” me habían dicho, y realmente lo es.
Esta es una ciudad que lo tiene absolutamente todo. Cuanto más iba conociéndola, más me iba sorprendiendo y más me iba enamorando.

Llegar a Medellín ya tiene un tinte especial. Bajamos en el aeropuerto y tomamos un taxi para ir directamente al hostel. La expectativa crecía cada vez más y después de poco más de media hora de viaje, allí la vi, la ciudad en medio del valle dejándose ver y asomando poco a poco.

No importa el punto en donde estés, mires hacia donde mires, se verán las laderas del valle al fondo, esa combinación perfecta de naturaleza y ciudad es típica de Medellín.


La sensación por momentos, es de sentir a las montañas que la rodean muy cerca, como si uno pudiera atravesar la ciudad de punta a punta simplemente caminando (podría intentarlo 🙂 ).

Los paisajes son increíbles, esto hace de un simple viaje en metro, una experiencia tremendamente disfrutable, pudiendo ver cúpulas de iglesias con una arquitectura increíble, así como edificios modernos. Son como el pasado y el presente coexistiendo en un mismo momento.

¿Cómo es la gente de Medellín?

Suelen decir por ahí, que a una ciudad la hace su gente y esto aplica a la perfección para hablar de Medellín. Los “paisas” se hacen querer enseguida, su amabilidad, calidez, su tono al hablar, su hospitalidad y lo bien dispuestos que son para tratar a los demás, es realmente algo que le da mucho valor. Esto sin dudas tuvo algo que ver con el cariño que le tengo.

En más de una ocasión me vieron parada en la calle o en la estación del metro con un mapa en la mano y se han acercado a darme indicaciones sin dudarlo.

Hay que reconocer que Medellín es una ciudad que está signada por su historia, que la ha estigmatizado durante mucho tiempo. A veces es inevitable escuchar sobre este lugar y no hacer la asociación directa con la época en la que la inseguridad, la violencia y el narcotráfico eran moneda corriente.


Resulta fascinante ver cómo, hoy por hoy, se considera a Medellín como una de las ciudades más innovadoras. Eso habla del compromiso, de las buenas gestiones y de las ganas de un pueblo entero de salir adelante, resurgir y creer en que se puede cambiar….

Un clarísimo ejemplo de esto es la conocida Comuna 13 (que merece un post aparte), que hace años atrás era de las más peligrosas de todo Medellín y hoy por hoy ha resurgido a través del arte, allí pueden verse los murales más impresionantes de toda la ciudad. Ese lugar me conmovió mucho, porque para mí es el ejemplo claro de resiliencia, es decir, esa capacidad de hacer algo bueno más allá de las circunstancias adversas.


Otra cosa que me atrajo de Medellín, fue lo multifacética que es.
Basta con tomarse el metro o usar el metrocable (no confundir con teleférico), para pasar de estar en medio de la ciudad a un lugar completamente verde y ecológico.

Se puede pasar del parque Arví en las montañas a estar en la Plaza Botero, en medio de la ciudad, rodeado de sus esculturas, y tener la posibilidad de visitar el museo de arte moderno con gran parte de sus obras y de allí ir a recorrer el Jardín Botánico un lugar completamente natural en medio de la ciudad.

Hay una variedad increíble de cosas diferentes para hacer.

Medellín de noche:

Medellín es encantadora de día y también lo es de noche.
La primera vez que fuimos a uno de los miradores ubicado en la parte alta de una de las laderas, la pude contemplar en su totalidad, completamente iluminada, con las luces tintineando a lo lejos y fue realmente hipnotizante.


Cada vez me iba fascinando más, cada detalle, cada lugar, los sonidos, el suave y constante viento cálido en la cara, los colores, el ajetreo constante pero ordenado, todas estas cosas y más, me hicieron sentir como si ya hubiese estado ahí en algún momento de mi vida.

Nada de eso me resultaba ajeno, fue rara la sensación, en seguida me sentí parte de Medellín y siento que una parte de mí quedó allá.

No en vano es elegida siempre por viajeros de todo el mundo, volvería una y mil veces más a seguirme sorprendiendo con esta hermosa ciudad, que ya ha dejado su huella en mí para toda la vida.

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